Sostenibilidad y resiliencia para la igualdad de género

como desafío

Alexandra Clavijo

Doctora en Educación.

Coordinadora Académica de Posgrados del Área Social y Pública de la Universidad Tecnológica

Empresarial de Guayaquil.


Los desafíos globales en lo que respecta a igualdad de género continúan siendo una tarea pendiente para los Estados. Aunque existan avances legislativos y de orden de políticas públicas, la efectividad de los mismos debe ser revisada a fin de que el desarrollo sostenible sea posible en todos los ámbitos del desarrollo humano, en el caso de la igualdad de género se precisa mayor atención a los derechos humanos de las mujeres para todas.

La pandemia causada por el Covid-19, además de los efectos mortales que tuvo a escala global, hizo más visibles las desigualdades sociales y con estas la desigualdad por razón de género. El confinamiento significó una escalada de violencia de todo tipo, que posteriormente al liberarse la circulación en espacios públicos, las denuncias se incrementaron al punto en que actualmente en el Ecuador cada 31 horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer. Este asunto no es cosa menor, es un tema urgente de atención, no podemos hablar de desarrollo, ni sostenibilidad, ni resiliencia mientras el femicidio/feminicidio continúe como un fenómeno naturalizado en nuestra sociedad.

 

Es importante mencionar el contexto social para poder comprender la necesidad de la reformulación de las agendas públicas. Es imperante continuar formulando propuestas de políticas públicas a todo nivel de gobierno, reinventar las políticas institucionales en el sector privado, las iniciativas empresariales y de emprendimiento, incluso el quehacer de las organizaciones no gubernamentales, precisan transversalizar en enfoque de género, independientemente de la actividad fin a la que se dedique pues es la vida de las mujeres y el desarrollo de la humanidad el que está en juego.

En cuanto al trabajo, las prácticas machistas persisten en la permanencia de brechas salariales por razón de género, de igual manera, la conciliación y corresponsabilidad familiar requieren ser abordadas desde una mirada social, humana, y consecuentemente atender tanto la discriminación basada en género con lo cual las mujeres llevan la responsabilidad más fuerte en la dimensión de los cuidados de la vida humano, lo cual afecta profundamente su desarrollo pleno y la igualdad real. En cuanto las masculinidades también precisan estar involucradas en corresponsabilidad con los procesos de cuidado. 

 

La resiliencia en la perspectiva de género, lamentablemente nos debe llevar a pensar en las familias de las víctimas de femicidio. Así también, en la capacidad de las mujeres de enfrentar el sustento de sus hijas e hijos en casos de abandono, la fortaleza de persistir probando doble y a veces triplemente su capacidad, ganar menos que un hombre, sea en menor salario o en sobre carga de funciones, que se ponga en duda su capacidad, que se le limite el uso de la palabra de manera injusta respecto al uso de la palabra de hombres, el ser interrumpida, el ser corregida constantemente y seguir adelante con sus conocimientos, experiencia y convicciones.

Los desafíos siguen siendo enormes para una igualdad de género que responda a la sostenibilidad de la especie y del planeta, es insuficiente lo que se ha hecho hasta ahora. Negar un fenómeno social que nos aqueja de la manera en que la violencia de género contra las mujeres lo hace nos aleja de la sostenibilidad, aceptar este fenómeno desde la formalidad, es decir, por cumplir y exponer en informes que sí hacemos algo pues no contribuye, es urgente asumir este fenómeno como responsabilidad social, es un problema de todas y todos quienes conformamos nuestra sociedad.